Esta es la tradición que más me gusta de todas de las tierras dónde nací.
Sant Jordi, el día de la rosa y el libro.
Y es que siempre (o casi siempre) he encontrado en la literatura un lugar para soñar, un refugio para pensar y un escape para las horas muertas. Las rosas, en mi caso, quedan en un discreto y bien merecido segundo puesto. Por Sant Jordi me gustan los libros, y en concreto, los bien llamados comerciales, cualquier ejemplar que repose en las principales estanterías (o mesas, mejor dicho) de cualquier librería conocida. Sí, los que los empleados de las mismas no tienen que buscar en el ordenador, si no que los tienen al alcance de la mano. El resto del año es otro cantar y rebusco en las estanterías.... Aunque tampoco me considero una lectora extremadamente rara.
Devoro los libros si me gustan, y los dejo a medias si no me enganchan. No me gustan los libros con muchos personajes, me frustra no poder recordar los mismos durante la historia, ni los que tienen títulos muy largos. De hecho, con estos últimos tengo una relación amor odio especial. Me quedo embobada mirándolos en las estanterías con esos títulos más largos que un día sin pan, pero me da la sensación que con el título ya me lo han explicado todo y no los compro.
Soy fetichista. Me gusta poseer el libro que me ha gustado.
Hace poco tuve una época de sequía de lectura de novelas, y sólo me compraba libros de ensayo sobre neurología, pero creo que se me ha pasado (bueno, no el interés sobre la neurología más cotidiana, pero si mi desinterés por las novelas), pero ahora parece que quiero recuperar el tiempo perdido.
Para este Sant Jordi me han regalado dos retos, comerciales sí, pero dos retos. Por un lado, mi prejuicios sobre las monjas van a tener que ser sometidos a examen. Teresa Forcades, la monja más mediática y feminista ya está en mi estantería con una entrevista realizada por Eulàlia Tort. Y por otro lado, uno que va a ser difícil de leer, por la dureza del mismo: Guardianas Nazis, de Mónica G. Álvarez.
Y yo también me he regalado libros este Sant Jordi (claro, es que los ponen tan a la vista para la ocasión... que cuesta no comprarse media librería).
Las flores son regalo de Montse, que siempre está pendiente de traer alegría a casa, el punto de libro del pollitopío de unos niños desconocidos, pero que ''de ya'' son mis niños preferidos y los libros todos míos, en recompensa a lo mucho que he trabajado y los días de playa y libro que me esperan ahora en abril y mayo.
Los mordiscos de las flores regalo de mi gato.
Y así se convierte este 23 de abril en un día mágico, en el que los libros son, por un día, protagonistas indiscutibles de una jornada tan romántica.
¿Y tú? ¿qué libro estrenas hoy?
Felicitats a Jordis i Jordinas, en especial a los que me rodean, y al que todavía me viste.
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