Retomé mi pasión por la lectura a los 18 años, cuando el destino me llevó a trabajar a una librería donde me permitían (ssshhhhht!) leer las novelas de bolsillo si no abría mucho el lomo de las mismas. Y así hacía trampa en mis ratos libres, entreabrir el libro y leer, a riesgo de perder la vista. Y desterré para siempre antiguos fantasmas de las lecturas soporíferas y obligatorias del Insitiuto.
El Perfume fue el primer ejemplar que leí de aquél modo, hasta que al final, uno de los libros del escaparate me llamó poderosamente la atención: Beatriz y los cuerpos celestes de Lucía Etxebarría, ganadora del premio Planeta de vete a saber qué año ya.
Y así fui, picoteando de aquí y allá, sin tener muy claro cuánto duraría aquella racha de culto al libro.
Hasta que mi padre, animado por mi nueva afición, que era la suya, me regaló el libro que me quitó de un solo plumazo cualquier atisbo que tuviera sobre si mi afición iba a ser pasajera África Llora de Alberto Vázquez-Figueroa. Me enganchó de tal modo que descubrí que aquella era la vía de escape a cualquier preocupación o espera eterna: LA LECTURA.
A Lucía, lamento decir que la perdí por el camino, y es que como en cualquier relación, los caminos no tienen por que ser paralelos. De Vázquez-Figueroa no puedo decir lo mismo, y aún lo sigo metiendo en mi cama por temporadas. Incluso me atreví a confesarle mi amor como lectora.
Después he tenido épocas en las que he leído menos, porque lo que acontecía en mi vida era tan intenso que no tenía espacio para más aventuras, o justo lo contrario, épocas en las que sin la lectura me hubiese muerto de aburrimiento, cansancio o histeria. La lectura ayuda a calibrar y a desarrollar la creatividad. Y a escribir de forma adecuada, que con Facebook, Twitter y todas esas redes sociales, una pierde ortografía y vocabulario aunque no se de cuenta.
Ahora vuelvo a leer, en la cama, hasta que caigo rendida, como ejercicio de relajación, de evaporación y alternativa higiénica a tanto ordenador.
Y entre libro y libro, novela y novela, voy pensando que a mí, lo que realmente me gustaría es ser escritora y lanzarme a escribir una novela corta protagonizada por alguna mujer extravagante, independiente y llena de matices. De hecho, con tierna edad, me lancé a escribir el primer capítulo de algo que me gustó, pero que no llegué continuar, pero que envío por correo electrónico a toda aquella lectora/lector que diga pío.
Psssst: Envía tus píos a veronica@ bokamanga.com
Por Verónica Mar dependienta online Bokamanga.com.
¿Te ha gustado?