La canción, la lechuga y la moto

A veces me pasan cosas estúpidas
 Suelo cantar en el coche, me eleva a un humor excelente, me relaja. Me sirve de terapia inmediata.

El otro día no hice une excepción, y tan pronto como el coche arrancó comencé mi particular dúo con la radio.

Al llegar a un semáforo, y sin percatarme de que llevaba todavía la ventanilla bajada, lo dí todo en una canción bastante romántica. Y aunque acostumbrada a hacer el ridículo, la timidez sigue apareciendo en cada ocasión, y rápidamente observé que el motorista que tenía al lado me miraba con una sonrisa extraña en los ojos.

- Bonita voz- dijo.
- Gracias.
- Ya me gustaría a mi que alguien pensara en mí entonando esa canción.

Sonreí, me quedé callada y me comencé a incomodar. Conté los segundos para que el semáforo se pusiera en verde debido a la vergüenza que sentía al descubrir que un completo desconocido me hubiese escuchado cantar.

Lo que el motorista no sabía es que, si hubiese continuado cantando, al llegar a los gorgoritos, me habría pedido el piropo de vuelta a falta de tomates en los bolsillos. Además, en eso era precisamente en lo que estaba yo pensando mientras cantaba, en las frutas y verduras que necesitaba comprar.

Así que, sin mayor intención, me parece mucho más propio dedicarle esta canción al motorista, que a una lechuga ¡Ahí va la canción!


Dime que no soy la única a quien le pasan estas cosas...

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