Enfundarse un vestido, subirse a unos tacones rojos, y pintarse los labios del mismo color


Dicen que he comenzado a pintarme los labios de color rojo con frecuencia demasiado pronto, y para mí ese color llega a mi boca demasiado tarde. Y es que, no hay nada peor que la timidez para no hacer las cosas que quieres hacer. Todos somos tímidos, cada uno a su modo. No nos sentimos seguros en todas las situaciones, y por tanto, preferimos pasar desapercibidos. Y qué mejor modo que quedarnos quietos.
Y sí, un vestido ceñido a mis curvas, los labios color tomate y el bolso y los zapatos a juego no son más que una metáfora de algo mucho más especial, que está por llegar porque yo voy a hacer que llegue... y es que en esta vida, uno tiene que hacer lo que cree que le va a hacer feliz, aunque saliéndose de la línea una se arriesgue a perder.
Y es que esta crisis, y lamento decir esto, ya que sé que a casi todos los de mi alrededor les pasa lo contrario, me está sirviendo para mejorar, y mucho (y no precisamente a nivel económico), porque ha hecho que mi rubia neurona creativa (bautizada así por Gemma Navidad) se ponga al mando de mi cerebro femenino.
Y desde que eso ocurrió yo me pinto cada mañana de rojo los labios, aunque tú no veas carmín en ellos.
Pronto descubriré tanto misterio...

 Por Verónica Mar dependienta online Bokamanga.com. ¿Te ha gustado?

3 comentarios:

  1. Hace mucho más tiempo del que crees que llevas los labios de rojo pasión. Bss

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  2. Me parece genial!Seguro que sales de casa de buen humor y se lo contagias a todos!

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  3. leo la entrada, sonrio, me encanta... y ahora tengo ganas de pintarme los morros de rojos y gritarle al mundo ¡¿crisis a mi!?

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