Vértigo

Descubrí El Puente de San Pablo, en Cuenca, de la mano de un antiguo amor, y desde entonces lo he cruzado más veces que dedos tienen mis manos, y mis pies. Representa mi talón de Aquiles, el miedo que se apodera de ti poco a poco a medida que creces, ya que a los 15 yo hubiera hecho puenting sin pensármelo desde sus rojas barandillas. El vértigo.
Tanto es así que suelo bromear con la idea de que si alguna vez decido suicidarme, lo haría en el Puente de San Pablo, al menos, de ese modo, el vértigo me lo impediría.
¿Y no es verdad que a medida que pasan los años te sorprendes más conservadora y prudente? ¿Que la vida te produce un mareo extraño cuando te pones en peligro? Porque, y entiéndase la metáfora, verte colgada en medio del vacío te produce un desasosiego peculiar, que antes no experimentabas.  No es miedo a la muerte, es el vértigo. Ese tembleque en las piernas que tienes al no saber si serás capaz de llegar al otro extremo, sana, salva y con un par de monedas en el bolsillo para tomarte una tila antes de volver a cruzarlo. 
Y sé, que la vida me irá haciendo más conservadora, que evaluaré mejor los riesgos, y que por lo tanto, encontraré menos cruces de camino de esos que tanto me gustan. Pero el miedo no es buen compañero, ni buen consejero; ni enseña ni hace feliz, así que yo, cada vez que visite la ciudad de Cuenca, cruzaré el puente haciendo un esfuerzo, que es la única manera de vencer al miedo.
Y sé que un día, mis piernas dejarán de temblar, mi corazón se serenará y yo podré, por primera vez, disfrutar de las vistas.

¿Y tú? ¿A qué tienes miedo?


Por Verónica Mar dependienta online Bokamanga.com. ¿Te ha gustado?

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