Soluciona el problema, pero no para siempre

No puedo negarlo, me gusta Sitges.
Tiene Sitges un quéséyoqueyoquésé que no puede evitar convertirse en el pueblo a menos de una hora de Barcelona que me gusta más. Y lo siento por el resto de pueblos, incluido el mío de toda la vida.
Por ese motivo, Sitges era parada obligatoria en esta Semana Santa al no irnos de vacaciones.
Y me he vestido de veranillo (véase la sonrisa congelada que luzco en la fotografía)  y allá que he ido a disfrutar de un arroz, y de una fría brisa, que se ha acabado convirtiendo en viento.
Caminando por sus calles, me ha llegado un cierto sabor a melancolía por un tiempo en el que tenía pensado ir a vivir a esta especie de isla en Barcelona, donde el ritmo y el clima son distintos, aún estando tan cerca.
Y fue Sitges, y supongo que de algún modo lo sigue siendo, una solución temporal a mi necesidad de mudarme constantemente, y aunque preferiblemente me iría a una isla rodeada por el Océano Atlántico y no a un pueblo del Mediterráneo; en la vida, a veces, hay que buscar ideas que solucionen el problema, pero no para siempre. Alivian, pero no aburren.
El caso es que a veces, hay cruces de camino con los que no contabas, y Sitges se quedó de nuevo a mitad del camino, congelada, como yo en la foto, como idea por realizar. 
Y aunque contenta, hay días en los que repaso mi Wishlist personal, y no creáis que Sitges ha desaparecido... Sigue ahí, en rojo, marcada con amarillo fosforescente, y con una coqueto y gigante punto sobre la i. Porque los puntos sobre las ies siempre se deben poner bien claros.

 Por Verónica Mar dependienta online Bokamanga.com. ¿Te ha gustado?

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