No debía tener más de 15 años


Ilustración de Nicoletta Ceccoli

Ahora que los angelitos duermen, y la noche es más que evidente, sostengo con fuerza el lápiz, coloco varios papeles sobre la mesa y me quedo en silencio varios minutos. Inmóvil. Dispuesta a aprovechar una cita conmigo misma, aunque es ella la que me viene a la cabeza. 
Ella, que con su trenzas tostada y su tez pajiza revolvía el contenedor de basuras de debajo de casa. Con un palo iba buscando pequeños tesoros que se pudieran revender a bajo precio. Y al encontrar uno, se asomaba por la boca del  contenedor, dejaba caer dentro medio cuerpo, cogía con fuerza el objeto y lo metía en un carrito. Y así varias veces, hasta que satisfecha o contrariada con su suerte, se escabullía entre los coches.
Me la quedé mirando, se me quedó mirando, dos segundos, eternos a su termino, amargos. No debía tener más de 15 años.
Y fue en ese momento en el que me asusté al ver que el límite lo habíamos traspasado. En estos últimos años, muchas cosas han cambiado. Situaciones de miseria cotidianas envuelven nuestras vidas. Ya no son los gatos los que se cuelan en la basura. Y nos estamos volviendo ciegos, como si nos hubiéramos acostumbrado.
No debía tener más de 15 años.

Por Verónica Mar dependienta online de Bokamanga.com.
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