Repite conmigo >>> ¡Oh! ¡Qué bonito!

¿Cuántas veces no habéis deseado que ese familiar o amig@ no os traiga nada de su último viaje? 
Y es que hay que reconocer que, la mayoría de gente regala lo que le gusta, y no lo que cree que va a gustar. Y cuando nuestros gustos y los del regalador son opuestos, tenemos un problema. 
Recuerdo que, un verano, vino de visita a Barcelona una tía lejana, afortunadamente con las manos vacías. Por desgracia, al irse, me dejó dos tazas horrorosas que ponían: Estuve en Barcelona y me acordé de ti. A ella le pareció de lo más divertido, y se reía a carcajadas. Yo también me reía, pero mi risa era nerviosa. Porque yo no sé a vosotras, pero a mí, disimular se me da muy mal, y por mucho que lo intente, los músculos de la cara se tensan, comienza a aparecer un sudor frío, y como insistan en que les dé un veredicto acabo con una mueca extraña. Vamos, que si en ese momento me conectaran al detector de mentiras, lo estropearía.

- Ooooh, lo que siempre he querido- decía mirando un objeto abstracto que me regaló un día una amiga y no sabía para qué servía.

Lo peor es cuando te lo regalan diciendo:
- Es que cuando lo vi me acordé de ti y pensé, ésto para la Vero.
Y al abrirlo ves la estatuilla más fea que te puedas imaginar.
- ¿Pero qué concepto tienes de mí?- piensas.

Por suerte, desde que estoy en pareja se han acabado los regalos de diosas de la fertilidad. Y es que me llenaron a Diosas: La guanche cuando fueron a Tenerife, un dibujo feísimo de Démeter de un viaje a Atenas, algunas Venus. 
Hasta que un día, un buen amigo me trajo a la más fea de las diosas de la fertilidad y la sexualidad mexicanas, Xilonen (conocida como ‘la peluda’), que dejó sin envolver sobre la mesa donde tomábamos café y apuntilló:
- Toma, de mi último viaje, la ví y me dije... para la Vero.
Emití un comunicado oficial donde decía que, por motivos personales, me veía obligada a declinar cualquier obsequio relacionado con la fertilidad.

Algo bueno que ha traído la crisis es que mis amigos regalan menos, y de este verano he tenido pocos y bonitos regalos, como este abanico japonés que es el claro ejemplo de lo que sí se me debe regalar.


Por cierto, mi tristeza visible en estas fotos que me hice ayer, y la camiseta utilizada, os pueden dar una pista de con quién me tocó cenar.

Escrito por Verónica Mar de Bokamanga.com.
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3 comentarios:

  1. Mi madre, mi madre es de esas. Y lo peor es que desde que se ha jubilado viaja mogollón, para desgracia de mi decoración hogareña.
    Bss,
    C.

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  2. Cuenta cuenta esa cena con el contable XD.
    Eli de FB

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  3. Que bien escribes!!! Se me hizo cortisima la entrada, y cuanta razón tienes!!! Bufff yo es que opté por decir que no me gusta que me regalen ropa o cosas para casa porque se que soy muy rara... Una leche soy rara!!! Los raros son ellos, pero casi prefiero pandar con lo de rarar que aguantar esas cosas en mi salón que desafortunadamente siempre acaban por caerseme mientras limpio el polvo... Es que soy rara y patosa (pa lo que quiero claro!!)... Besotes guspa! Muacckkk

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