Manías, supersticiones y otra cosas que hacemos sin motivo alguno

Camisa y chaqueta de Pepa Loves

Tiempo atrás hablaba de supersticiones, propias y ajenas. Hoy es más de lo mismo, pero no exactamente igual. ¿Quién no tiene manías? 

No me considero una persona maniática. Ni lo soy con los temas de limpieza y orden en el hogar que para muchas personas darían para un libro entero, ni con los temas del comer. 

Pero haberlas (manías) haylas:

Cuando voy de vacaciones lo primero que pongo en la maleta es el pijama, cuando nunca lo uso. 

 No puedo rascar en la arena mojada, ni en la nieve, me da tiritera. En cambio, soy capaz de hacer chirriar la tiza sobre la pizarra sin inmutarme. 

Me relaja cualquier tipo de sonido musical, incluso los primeros acordes desafinados, soy capaz de escuchar a un principiante violinista durante horas. 

No puedo arrancar el coche hasta que cada uno de los ocupantes se ha colocado el cinturón y me lo han dicho de viva voz (en esto mi madre es muy lenta, y me pone nerviosa). 

Odio planchar, me pone de mal humor. En cambio, adoro dormir entre sábanas limpias recién planchadas. 

Me gusta caminar descalza, o en caso de frío, con calcetines. No uso zapatillas.

Me quito los abalorios de forma inconsciente en cualquier lugar donde permanezca más de media hora y los acabo perdiendo. Ese es el motivo por el que no acepto joyas de regalo, ni uso reloj.

Y me molesta mucho que me toquen al hablar, especialmente que me den palmaditas o que me picoteen con el dedo sobre el hombro. Según el día y la insistencia es algo que llega a ponerme de mal humor, tanto tanto tanto como levantarme para ir a hacer cualquier cosa cuando aún es de noche.

Y tengo la manía de disfrutar descubriendo las manías de otr@s.

¿Me explicas las tuyas?

Escrito por Verónica Mar de Bokamanga.com.
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