Inmaculada, la madre de Berta quien es la prima de mi amiga Lucía, decía que no costaba nada respetar las supersticiones, y que más valía hacerlo que esperar a ver si eran ciertas o falsas.
Yo soy demasiado despistada para ser supersticiosa y que me resulte práctico. Nunca recuerdo si las tijeras abiertas dan mala suerte, o eran cerradas; no podría deciros si me he levantado hoy con el pie derecho o con el izquierdo, y me resultaría imposible recordar por dónde tengo que pasar el cupón para que me toque. Pero el colmo son las supersticiones contradictorias, en las que para unos, una acción da suerte, y para otros, todo lo contrario. Para mi vecina Dolores, un gato negro es el diablo a cuatro patas, pero para Conchi, es un ángel caído del cielo.
Para mi amigo Pepe, el Feng Shui es la superstición llevada al extremo, y en cambio, para Sonia, colocar un objeto sin elaborar un estudio detallado, una sentencia de mala suerte.
Tom, un adorable irlandés de 70 años ha tenido siempre una máxima: ser supersticioso da mala suerte.
Algunos científicos dicen que nuestra parte irracional es supersticiosa. Casi todo el mundo tiene alguna manía al respecto. La mía es fácil de recordar, sin extravagancias y de sencilla ejecución: comerme todas las uvas en Fin de año.
y tú ¿Eres supersticioso?
para El blog de Verónica & Bokamanga.com
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Creo que todos somos algo supersticiosos.
ResponderEliminarTe estas poniendo demasiado guapa.
ResponderEliminarBss,
C.