Me gustan las narices. Respiran, huelen y nos protegen del exterior. Se arrugan si no están conformes, y se dilatan si sienten atracción. Las hay bonitas, interesantes e irresistibles. No me importa su tamaño, pero no me agradan las de base estrecha y las prefiero rectas. Me resultan divertidas las respingonas, a veces, incluso arrogantes. Las anchas tranquilizan y las delgadas intrigan ¿Qué me decís de las aguileñas?
Sí, sí, me resulta atractiva la nariz, allí en el centro del rostro, sobresaliendo, sin temor ¡Cómo para no fijarme!
Verónica
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