Ella se debate entre lo que le conviene y lo que le pide el cuerpo.
Su romanticismo viene y va, con un vaivén suave que a veces se acostumbra demasiado a la soltería, y otras, anhela compañía. Mientras se columpia, se vuelve cada día más complicada para sus adentros, y más simple para sus afueras.
En realidad, todo depende de quien le robe el beso. O eso dicen quienes entienden de amores.
Aunque ella, ella sabe que es más fácil que el príncipe azul se convierta en sapo que lo contrario. Y por eso, no se fía de los besos.
Y mientras deshoja la margarita entre el sí y el no, desempolva el carné de baile mientras espera que que la saquen a bailar, aunque sólo sea un tango.
Y mientras deshoja la margarita entre el sí y el no, desempolva el carné de baile mientras espera que que la saquen a bailar, aunque sólo sea un tango.
A Virginia, una de mis clientes y amiga. Mi soltera favorita.
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