Ilustración de Conrad Roset |
Reme lo había vuelto a hacer. Se había quedado trabajando en su proyecto hasta tarde y se había olvidado de su cita. Arturo la mataría. La cena del jueves era sagrada para su marido, pero a ella se le había olvidado otra vez. Y ya pasaban 12 minutos de las nueve de la noche, momento en el que debía estar en un restaurante a 20 minutos de donde se encontraba. Tarde. Muy Tarde. Llamó a Arturo. Comunicaba. Le envió un whatsapp y salió corriendo hacia el parking de la oficina.
Una vez en el sótano, estaba tan nerviosa por su eterno retraso a los planes sociales de su marido; pensando que como cada jueves volverían a tener la misma discusión de cada semana sobre lo absorbida que le tenía el trabajo, y las carencias que sentía Arturo como marido y padre de sus hijos; que no percibió que alguien se le acercaba silenciosamente por detrás. Ella sólo pensaba que el tiempo corría y ella no avanzaba. Tarde. Muy tarde.
En ese mismo momento, Arturo se acercaba una copa de vino a los labios con una sonrisa forzada. Reme volvía a llegar tarde. Y él se lo volvía a perdonar. Al fin y al cabo, si podía perdonarle que ejerciera lo justo como madre y que fuera una compañera ausente, cómo iba a guardarle rencor por llegar tarde. Tarde. Muy Tarde.
Justo en ese instante, la figura oscura alcanzó el hombro de Reme, que se giró asustada, expectante.
- Tranquila soy yo- le dijo Ferran, quien le plantó un beso en los labios.
- ¡Aquí no! ¡Estás loco! Podrían vernos. Entra en el coche- le dijo.
Y a salvo ya de las miradas más inesperadas, arrancó el coche mientras Ferrán iba deslizando su mano por debajo de la falda, lenta pero decidida.
Reme envío un nuevo whatsapp a su marido que decía: 'Cariño, no podré llegar, saldré tarde del trabajo, lo siento' mientras ponía la tercera camino al apartamento del jovencito de 23 años que se sentaba en el asiento de copiloto de su mercedes metalizado. Pensó que la semana que viene iría a la cena de los amigos de Arturo, y que aquella sería su última noche con Ferrán, pero en realidad, sabía que nada de aquello sucedería, porque ya era tarde. Muy Tarde.
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