Mientras se miraba al espejo pensaba que ella siempre había sido una mujer más de pantalones que de vestido. Por comodidad. Éso mismo, ella había era una mujer cómoda. De hecho, no solía usar tacones, ni maquillaje, ni vestidos, ni visos, ni faldas. Una mujer cómoda, que no comodona.
Siempre había sido una mujer activa, y activista, llena de energía. Se ajustó el escote con poco arte, y sonrió al descubrir que estaba más acostumbrada a arremangarse que a descocarse. Llena de creatividad y falta de coquetería, nunca había tenido tendencia a lo romántico. Para ella la felicidad estaba entre aquellas cuatro paredes de su despacho, entre proyectos, maquetas y planos. Supone que por ese motivo le dijo que sí a Rodrigo cuando le pidió que se casaran.
Y ahora estaba allí, frente al espejo, con un vestido largo color champange. Y lo peor de todo, es que le gustaba.
Escrito por Verónica Mar de Bokamanga.com.
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Como todo lo que suena a boda... me encanta!!!
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