Es muy temprano, y mi BlackBerry ya parpadea. Ahora rojo, ahora negro, ahora rojo...
Antes de despertarme me viene a la cabeza que, a veces, llegan a mí los recuerdos tan seguidos y repetidos que al final se acaban convirtiendo en reencuentros casuales, o en un vaticinio conquistado.
Y es que llevo tiempo pensando, de un modo u otro, en mi anterior trabajo. Recuerdo los duros inicios de introducir un nuevo concepto de servicio en España con K.; los cafés con leche en polvo y agua caliente con la guapísima S., y la última comida con C., cuando en una despedida improvisada, casi nos ponemos a llorar como dos niñas repipis que jamás fuimos.
Es curioso como aquella gente que formaba parte de tu rutina, va siguiendo su camino que no siempre coincide con el tuyo. Y a veces, pequeños detalles, como este blog, las devuelve de algún modo a tu ruta, para dejar claro que aún existe un hilillo que une los extremos más alejados.
Y para ellas, con las que trabajé antaño, estéis cerca, lejos, arriba o abajo... el verano pasará, pero eso no significa que el sol se apague.
Ahora, mejor deje ya de divagar, me ponga a desayunar y comience a hacer algo para que esta BlackBerry deje de llorar...
Ahora, mejor deje ya de divagar, me ponga a desayunar y comience a hacer algo para que esta BlackBerry deje de llorar...
Dedico en especial esta entrada a Cris
PS: Hasta esta tarde no estaré en la oficina ni conectada durante buena parte de la mañana.
Así me gusta, que desconectes, je, je.
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