La edad nos hace 'conservadores', no sólo de nuestros bienes materiales, si no también de nuestros 'te quieros'.
De niña los 'tequieros' eran gratuitos. Tu familia te los decía a cada momento, y tú, los decías para conseguir lo que querías: 'Te quiero mucho mamá... ¿me compras la Barbie patinadora?'
De jovencísima, aunque la cosa cambiaba, y en la familia comenzábamos a ahorrarnos algunos, no sólo era más fácil decir un te quiero, si no que oírlo era bastante sencillo. Sólo había que esperar a que un sábado noche un/a amig@ sobrepasara la dosis recomendada de alcohol y, durante la fase de la exaltación de la amistad, te repitiera sin cesar eso de:
- ¡Vero, de verdad, te quiero tía!
Ilustración de uno de los mejores: René Gruau |
Y no hablemos de la cantidad de novios y novias de turno que se regalaron y recibieron 'tequieros' hormonales desde el primer beso.
Y, a medida que nos hacemos mayores, nos vamos haciendo tacaños, con una clara excepción: l@s hij@s, con los que me da la impresión (aunque no tengo) que con ell@s no sólo se nos va el dinero.
Y supongo que, al final de nuestras vidas, nos encontramos que hemos ahorrado muchos 'tequieros' que no creo que en la muerte nos hagan mucha compañía y lo peor es que... en herencia ,se dejan los que hemos dicho, no los que hemos callado.
Ahora, si me lo permitís, tengo que ir a ver a alguien y decirle 'TE QUIERO'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Hola! No te lo pienses, tus comentarios y opiniones son siempre bien recibidas en mi blog.
¡Gracias!